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Eclesiastés 1

Ecl 1:1 Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén. Ecl 1:2 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad. Ecl 1:3 ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana

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Eclesiastés 2

Ecl 2:1 Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría, y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era vanidad. Ecl 2:2 A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué sirve esto? Ecl 2:3

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Eclesiastés 3

Ecl 3:1 Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Ecl 3:2 Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; Ecl 3:3 tiempo de

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Eclesiastés 4

Ecl 4:1 Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para

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Eclesiastés 5

Ecl 5:1 Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal. Ecl 5:2 No te des prisa con tu boca,

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Eclesiastés 6

Ecl 6:1 Hay un mal que he visto debajo del cielo, y muy común entre los hombres: Ecl 6:2 El del hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada le falta de todo lo que su

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Eclesiastés 7

Ecl 7:1 Mejor es la buena fama que el buen ungüento; y mejor el día de la muerte que el día del nacimiento. Ecl 7:2 Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque

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Eclesiastés 8

Ecl 8:1 ¿Quién como el sabio? ¿y quién como el que sabe la declaración de las cosas? La sabiduría del hombre ilumina su rostro, y la tosquedad de su semblante se mudará. Ecl 8:2 Te aconsejo que guardes el mandamiento

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Eclesiastés 9

Ecl 9:1 Ciertamente he dado mi corazón a todas estas cosas, para declarar todo esto: que los justos y los sabios, y sus obras, están en la mano de Dios; que sea amor o que sea odio, no lo saben

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Eclesiastés 10

Ecl 10:1 Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña locura, al que es estimado como sabio y honorable. Ecl 10:2 El corazón del sabio está a su mano derecha, mas el

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